Los árboles hablan,
sus raíces bailan.
Pasa el tiempo y su nombre muta
como un torbellino veloz
que se escurre por entre las nubes
y el sol.
Su espíritu se mantiene
firme e inquebrantable,
el amor de la tierra crece y crece
hasta alcanzar su muerte.
La vida no es continua
sin embargo continúa
con el ritmo de las olas
de luna llena...
Las letras se esfuman
mientras las hojas
secas vuelan
con el ritmo paralelo
de invierno.