M. ha decidido marcharse de aquí y de allá. Él ya no pertenece a ningún lugar, ha navegado y viajado a través de todo el universo y se ha quedado varado en la punta más baja del Cortés. Hoy vive ahí o quizá allá, sólo recuerdo esa piel cortada y magullada que se llevó el viento para nunca volver y ese nunca hoy tampoco existe por que mis recuerdos son pasajeros. En mi cerebro hay sólo una imagen grabada, sólo unos ojos en mis ojos, una sangre dentro de la mía.
M. ya se olvidó de esos años, yo me he perdido en ellos. Maldita sea ese nudo en mi garganta regresa! Es esa tristeza infinita, esta es una tristeza infinita. Tú siempre has sido mi prioridad, la primera de las tres que debí nombrar. Eres tan parte de mí que mi corazón palpita al unisono con el tuyo, quiero seguir vibrando contigo como en aquellos años en los que tu alma era la niñez personificada y mi cuerpo pequeño quería estar junto al tuyo. Yo era la que siempre deseaba oportunidades para ti, las oportunidades que una a una se fueron derrumbando junto con el tiempo.
Hoy permanezco en este instante, lo demás es un remolino inconstante. Hoy te quiero de vuelta, pero que más da si ese querer y querer son sólo palabras que se esfuman como tu sombra y tu cuerpo, los deseos hoy ya no importan sólo las acciones. Esta historia no termina aquí porque esto sólo es un pasaje de una mente con recuerdos, de un cuerpo con cicatrices que no se han disuelto.