Quisiera no tener nada que escribir, que mi mente estuviera vacía. Libre de alguna consciencia, libre de tus armas y las mías. Deseo tanto estar a tu lado pero mi cuerpo es independiente y se siente ajeno, apartado de todo como en una burbuja que se extiende hasta el infinito y no se altera. Tengo tantas cosas que escribirte y decirte que de repente mi cerebro se atrofia y no puede más; está saturado de emociones e imágenes. Imágenes ocultas y subliminales que se arrastran hasta llegar lejos, fuera de mí y de ti.

Hay una mezcla de emociones en mi garganta, emociones que se mueven como un péndulo que quiere adivinar su destino y no llega a ningún lado. No quiero ser pesimista sin embargo la realidad me orilla a eso y tú lo sabes bien, el pesimismo me arrastra al vacío y me envuelve en la pesadumbre de las almas. Me alejo y percibo todo pero de lejos...

Lejos muy lejos.

Con una frase termino, con una palabra destrozo todo lo que hasta hoy he construido pero el viento me detiene y me calma. El remolino interno hace una pausa entre cada órgano, entre cada hueso salido del cuerpo. La sangre calla y la piel murmura melodías que nunca han sido creadas, que nunca estarán en mi realidad...

Puntos suspensivos o punto final, punto y seguido o punto y aparte eso tampoco importa. Importa callar, importa no tener nada que escribir, importa...

En realidad ¿qué importa?