El camino es interminable, lo sé: lo he percibido.
Miré una y otra vez la eternidad en el atardecer,
en las ganas de volar y de consumirse a cada instante.
Y me sigo consumiendo una y otra vez, me evaporo
y me hago una sóla materia, un sólo mundo...
Es increíble que tú no me contemples,
que yo implore un beso tuyo y llore en el atardecer
por sentir tu tacto en mi corazón.
El tacto ajeno que me hiere al pensar en ti,
al huir de las canciones que me transportan
a tu vida desconocida, pero al final siempre escucho
y vuelvo a sentir esa caricia perdida.
No se distinguir lo complicado de lo simple... No, no lo sé aún.
No lo comprendo, no lo entiendo y no busco explicaciones.
Ya no importa si estuviste aquí o si estás en un lugar ajeno...