El cielo calla cuando se aproxima el verano.
Las olas danzan al compás de la hija luna,
la madre tierra observa callada y detenidamente
el delirante regocijo de la estación.
No hay errores en ella. Sólo respira profundamente
para apaciguar su dolor, grita catastróficamente
y alivia las heridas de una generación que no supo sostenerse
sobre la espuma del mar.
Hoy se vomita sobre nosotros, se desintoxica
de una enfermedad que ha sido arrastrada durante
millones de horas deslumbrantes. A través de los
siglos en dónde se olvidó que ella era la reina,
la madre que aloja en su vientre a miles de mentes
desesperadas, dormidas en medio de bailes y melodías
rítmicas que ensordecen a una humanidad desolada.
La enfermedad está aquí y ¿el remedio? El remedio
tal vez esté escondido debajo de las piedras, en la profundidad
de los bosques o en el centro de uno mismo.
miércoles, 17 de diciembre de 2008
lunes, 8 de diciembre de 2008
♪♫☼...
Enamoramiento fugaz, enamoramiento eterno diría yo.
Y es que hay tantas cosas por aquí que el amor
se torna pasajero cuando estás alejado de mí.
La eternidad está dentro de este corazón que palpita
a cada hora y luego calla para admirar tu presencia.
Es un abismo... este delirante encantamiento es un abismo
rodeado de colores y luminosidad.
Lo cursi lo dejo atrás, porque sólo es un máscara que hace
ausentarse a esta palpitante sensación. A esta sangre que fluye
con intensidad por tu amor.
Los sonidos dicen mucho y puedo reconocer los tuyos como parte
de mi centro, como extensión de mis órganos que reviven
en las noches de luna llena y en las de invierno cuando
todo esto apenas era un comienzo. Cuando el principio no lo habíamos
tejido y el pasado era nuestra prenda perfecta para visitar los recovecos
de la mente soñadora.
Y puedo decir que hay un fin y tal vez hubo un principio pero en el medio,
en el aquí y ahora ya no necesitamos de eso. Todo es un círculo constante
y hoy... hoy creo que estamos alejados de él.
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