El tiempo nos consume y esa conciencia silenciosa está dentro de nosotros. Mañana tal vez no exista nada de esto pero hoy mis pies están bien clavados en la tierra, buscando raíces aquí o allá. Raíces que se puedan transportar a donde haya lugar. No estamos dormidos, sin embargo en ocasiones surgen mundos imaginarios de las banquetas, de las casas que deseamos asaltar, de todo esto a lo que llamamos ciudad.
Todo se queda escondido detrás de una ventana, detrás de un árbol que ni con un tornado se desplaza. Tal vez nuestro error sea darnos cuenta tan detalladamente de este tiempo tan escaso y en ocasiones deprimente. No sé si lo mejor sea ser un zombie más de este medio, de este tiempo que corre y corre sin dejar rastro ni huella.
Deberíamos escaparnos y dejar atrás todo esto pero aún hay algo aquí sin terminar. Ese sin saber sigue en mí y en ti, este mundo se termina y nosotros no permaneceremos más pero este presente continuo continúa sin volver atrás.
¿En dónde terminaremos? Tampoco lo sé, hoy sólo quiero vivir, tocar lo más íntimo de esta tierra y seguir viajando por carreteras que cuentan historias pasajeras. Historias de lugares perdidos, de ese país antiguo al que muchos han olvidado.