miércoles, 25 de abril de 2007

Bailaba al ritmo de mi sombra, no miraba la luz, veía el reflejo de ella. Oscurecía con tan sólo un parpadeo y miraba la luna como un reflejo de mi voz. Las estrellas brillaban sólo para mi, las constelaciones se reunían junto con el movimiento de mis caderas. El sol me miraba y me tapaba con una delicada nube, con un suave parpadeo me brindaba el atardecer y lo perduraba miles de años nada más para mi placer.
Yo estaba acorralada entre la naturaleza y la tecnología, huía con tan sólo respirar las mentiras que le han adjudicado a nuestra tierra. No soporté y estuve encerrada en un espejo durante milenios, atormentada por las mutilaciones y destellos que quemaban mis pupilas.
Uno ve árboles cómo un refugio y se transforma en una eternidad ambulante sin conocer el presente que nos rodea, la energía que nos envuelve y nos hace elevarnos hacia este mismo tiempo, en este mismo lugar.

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