El viento habla cuando recorre el contorno de los árboles, es un viento que grita y enmudece, un viento que no acaricia, protesta. Es la armonía sin ser alterada, sin violentarla ni ponerle artificios que sólo la endurecen y la vuelven inorgánica, es la naturaleza en su más íntima expresión, sin máscaras ni disfraces que la opaquen en este ir y venir del tiempo que se esfuma, que se hace presente cuando respiras y observas atentamente la bifurcación de los sentidos.
Resucito en medio de piedras y flores, el tiempo es uno, pero no lineal se ha convertido en un circulo constante que se expande y se convierte en piedras volcánicas al rojo vivo. El vapor es la sabiduría que se impregna en la mente de los observadores, de los guerreros milenarios que alaban a la madre tierra.