domingo, 3 de agosto de 2008

Cartas

El momento en donde me encuentro a mí misma no ha llegado. Ese momento de reflexión en donde todas las ideas revolucionadas se convierten en una ha quedado perdido en una de las múltiples caras del tiempo. Mi dualidad... la totalidad de la que debería estar desesperadamente enamorada ha quedado perdida. Aún no sé si en mi corazón o en ese círculo energético que suelen llamar alma o en esta piel que es un poco más luminosa por las noches cuando todo duerme y mis células bailan al ritmo de la naturaleza creadora. Si miro dentro de mi lo único que veo es nostalgia y melancolía... A veces desearía que todo este interior estuviera vacío, pero la verdad es que mi corazón, mi sangre y esa energía que me mueve está invadida de melancolía.
No me culpo, no me juzgo es sólo esa sensación que te deja el pasado cuando no atesoras nada. Cuando el tiempo y tus momentos se desvanecen como el aire que respiramos a cada instante. Las caricias son una conexión con el interior, el sistema nervioso empieza a reproducir ondas, notas musicales que elevan esas dos partes de mí que están a punto de convertirse en una. A esa dualidad que parece ser paralela, alma gemela y de repente sólo una. Más allá del tiempo y de la eternidad mis fragmentos permanecen, mi conexión con el espacio exterior siguen siendo las ventanas que llevo en la cara y hoy en el corazón.
Mi ser ya no está separado; ayer me nombré 'iladual', hoy me puedo seguir llamando así pero las palabras siguen siendo metafóricas, huecas y con tan poco valor que lo que hay en mi interior no puede ser descrito ni con un libro entero. Podré bailar, hacer un viaje a mi conciencia y a esta mente que no deja de trabajar, pero mis manos siguen moviéndose para imprimir cada una de las sensaciones que me orillan a nombrarme dualidad andante, totalidad andante... Escape. Sólo fragmentos mutilados...